A mediados de 2005, al calor de lo nuevo que brotaba entre los jóvenes docentes y becarios de Ciencia y Técnica, surgió conCienciaCrítica. Nos agrupamos alrededor de preocupaciones e inquietudes comunes sobre la situación de la Universidad, la orientación de la alctividad científica y los derechos postergados. Decidimos unirnos para transformar las críticas en un intento por cambiar las cosas...

domingo, 28 de febrero de 2010

Los Jóvenes Científicos Precarizados y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

En 2005 una primera asamblea realizada en el INGEBI de Buenos Aires, con más de cien “becarios” de CyT provenientes de distintas instituciones científicas del país, resolvió la formación de una organización específica para hacer oír una voz eternamente postergada por las autoridades del sector. Así nació “Jóvenes Científicos Precarizados” (JCP) que hoy cuenta con más de 1000 adherentes provenientes de prácticamente todas las provincias argentinas.

Desde aquella primer reunión quedaron definidos los cuatro ejes principales de JCP:

1) Plenos DERECHOS LABORALES (obra social, jubilación, aguinaldo, vacaciones, licencias por maternidad y enfermedad, etc) .

2) Salario mínimo acorde a la CANASTA FAMILIAR.

3) Reorientación de la POLÍTICA CIENTÍFICA de cara a las necesidades del país y de pueblo.

4) DEMOCRATIZACIÓN del sistema científico con voz y voto para todos los sectores involucrados.

A fines de 2007 la presidenta electa CFK anunció la creación del Ministerio de Ciencia, Técnica e Innovación productiva. El flamante ministro, Dr. Lino Barañao, generó importantes expectativas en varios sectores. A dos años de la creación del ministerio nos proponemos realizar una síntesis a modo de balance desde nuestro punto de vista como docentes y “becarios” de CyT.

Derechos Laborales:

Hoy en día existen más de 10.000 “becarios” de CyT en todo el país. Las principales instituciones públicas que otorgan becas son el CONICET, la ANPCyT, la CNEA, el INTA y las UUNN. Cada organismo mantiene un régimen propio. Más aún, en instituciones como el CONICET las condiciones de dicho régimen varían arbitrariamente año tras año. La figura de “becario de CyT” en general es presentada por las autoridades como un privilegio, un premio y/o una distinción. Sin embargo, esta condición, que puede prolongarse por más de siete años y más allá de los 35 años de edad, en los hechos permite una contratación barata de mano de obra calificada. En general, los distintos regímenes de becas no garantizan derechos laborales elementales. La ausencia de obra social se ha intentado disimular en algunos casos mediante un “plus” destinado a solventar una cuota de medicina prepaga. Sin embargo este “plus” no cubre el 50% del costo y no resuelve la exclusión por parte de las empresas de aquellos “becarios” que, por padecer patologías crónicas previas, no son aceptados. En este sentido existen varios antecedentes dramáticos. Por otro lado, con esta figura el Estado también se “ahorra” los aportes jubilatorios y el aguinaldo.

Entre los planteos más escuchados por parte de las autoridades para mantener el status quo se encuentra la negación del trabajo de investigación realizado por los “becarios”. Pretenden equiparar la “becas” de investigación con las de estudio. La realidad señala que las “becas” doctorales y postdoctorales son becas de postgrado que exigen una dedicación exclusiva de 40 a 45hs semanales siendo explícitamente incompatibles con cualquier otro trabajo (excepto un cargo docente simple). En la mayoría de los casos este trabajo de investigación se realiza dentro de un laboratorio. El carácter esencialmente laboral de dicha beca queda cabalmente graficado con un ejemplo ilustrativo: prácticamente no existen los trabajos de investigación publicados sin la participación reconocida de “becarios” de CyT. El carácter laboral de la prestación asociada a la beca se agudizó estos últimos años debido a que los “becarios” absorben cada vez más trabajo técnico y administrativo debido al achicamiento relativo de la planta de personal de apoyo.

En este sentido, JCP elaboró un proyecto de Nuevo Régimen Laboral para Investigadores en Formación. Esta propuesta suplanta el régimen de becas actual por contratos de entre 2 y 5 años garantizando los plenos derechos laborales durante para el trabajo de investigación doctoral y postdoctoral. El proyecto hasta hoy no ha sido tratado por la comisión de CyT de la HCDN. Sí se discutió con el ministro de CyT, Dr. Lino Barañao quien evitó avanzar con el nuevo régimen. Como contraparte ofreció algunos paliativos puntuales como la obra social y los contratos para los post doc que todavía no concretó.

Las movilizaciones de JCP, entre las que se destacó el “Limonadazo para que no nos sigan exprimiendo” realizado en ocasión del acto central por el 50 aniversario del CONICET, han servido para poner este debate arriba de la mesa. Este camino ha demostrado ser el más fructífero para lograr la atención de las autoridades nacionales. Hoy, el lema de JCP. “INVESTIGAR ES TRABAJAR” resulta cada vez más reconocido y aceptado.

Salario acorde a la Canasta Familiar.

Este reclamo fue tal vez el principal detonante para la conformación de JCP allá por 2005. Desde aquella primera movilización de JCP el 17 de agosto de aquel año se ha logrado una recomposición parcial de nuestros haberes. Incluso en alguna oportunidad se logró romper el techo salarial impuesto por el gobierno al resto de los estatales y los docentes universitarios con los que confluimos a través de ATE y CONADUH. Sin embargo en los últimos tiempos la inflación real comenzó nuevamente a comerse nuestros ingresos. Hoy una beca doctoral tipo I del CONICET o la ANPCyT apenas supera los $3000, muy por debajo del costo de la canasta familiar que ya superó holgadamente los $4000. Más aún, el carácter actual de “estipendio” que tienen las becas esconde el retraso de las remuneraciones ya que no se incluyen los ítems correspondientes a un salario real (aportes jubilatorios, aguinaldo, obra social, antigüedad, etc). Como referencia del deterioro histórico del poder adquisitivo de los “becarios” de CyT vale la pena mencionar que los “becarios” de hace cuatro décadas recuerdan como pudieron comprar sus casas con los ahorros provenientes de este único ingreso. Hoy, al menos en Bs. As., resulta prácticamente imposible alquilar un departamento de dos ambientes con una beca de postgrado.

La lucha por un salario mínimo acorde a la canasta familiar continúa siendo uno de los reclamos fundamentales de JCP. El gobierno debería tomar nota de esta situación ya que el desfasaje salarial es una de las principales causas de la “fuga de cerebros” que no se ha detenido a pesar de la propaganda oficial. La solución de este problema también permitirá prevenir la sangría de “becarios” que abandonan su investigación doctoral contratados por monopolios internacionales con sede en nuestro país. El desfasaje salarial permite a empresas como Monsanto contratar personal sobre calificado para tareas administrativas pagando el doble del monto de una beca por un trabajo que en otros lugares del mundo le podría costar cinco veces más. En este caso es el país el que pierde un recurso humano que tardó casi 10 años en formar.

Reorientación de la política científica de cara a las necesidades del país y del pueblo

Más allá de los reclamos gremiales o económicos, JCP siempre ha mostrado una preocupación central en la orientación de la política científica: ¿Para qué y para quien se investiga en la Argentina? Históricamente esta pregunta no ha tenido siempre la misma respuesta. A mediados del siglo pasado la política científico-tecnológica se orientó con una perspectiva estratégica hacia el desarrollo independiente de nuestro país. En aquel período, se sentaron las bases de distintas disciplinas que directa o indirectamente permitieron el desarrollo de tecnología propia en campos tan diversos como la energía atómica, la medicina, la industria aeronáutica, la petrolera, la siderurgia, etc. La ciencia básica se desarrolló paralelamente en campos tan diversos como la física y la fisiología. Este período fructífero fue sucedido por la concepción cientificista de la ciencia que tan bien reflejó el matemático Oscar Varsavsky en su charla “Facultad de Ciencias en un país sudamericano” ya en 1968 (ver recuadro). Durante cuatro décadas y pese a los cuestionamientos, esta concepción reinó en la mayoría de las instituciones científicas donde el elitismo intelectual y la mentalidad conservadora eran el complemento ideológico ideal para una ciencia castrada de su potencial transformador. Dictaduras como la de Videla y Gobiernos como el de Menem abonaron una concepción de la CyT que, salvo honrosas excepciones, le daba la espalda a la necesidad de un desarrollo independiente para nuestro país y el bienestar de su pueblo.

En los últimos años, la política de los gobiernos de NK y CFK propuso un discurso diferente para el sector de CyT. La creación del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva a cargo de Lino Barañao (quien fuera presidente de la ANPCyT durantre el gobierno de NK) generó varias expectativas. El flamante ministro enarboló un discurso aparentemente progresista. Incluso tuvo la audacia de proponer el replanteo de los modelos de Houssay y Leloir asociándolos a la excelencia científica en abstracto por el de Pasteur, que “planteaba los fundamentos de la bioquímica y la microbiología resolviendo al mismo tiempo problemas concretos sociales y productivos”. El gobierno planteó la necesidad de una ciencia vinculada a las necesidades de la sociedad. Más específicamente, al sector productivo.

Sin embargo, cuando el gobierno hablaba de vínculos con la sociedad se refería más a monopolios internacionales como DuPont, Monsanto, Novartis o Barrick (por nombrar solo algunas) que a un desarrollo estratégico nacional. Cuando hablaba del sector productivo se refería más a atender las necesidades del mercado que las del pueblo. En palabras del ministro Barañao su política prioriza el “apoyo a las empresas de base tecnológica”. Más explícito, Lattuada, vicepresidente del Conicet señala : “el conocimiento se ha convertido en un bien de mercado”.

La realidad detrás del discurso quedó al desnudo con el caso Konabot y el anuncio de la “producción nacional” de la vacuna contra la gripe A. El KONABOT es un robot para la inspección y manipulación de explosivos y materiales peligrosos desarrollado íntegramente durante varios años en el Laboratorio de Robótica del Departamento de Computación de la FCEN-UBA, con recursos del estado. La brigada de bomberos de la PFA adquirió el prototipo y manifestó su interés por adquirir más unidades. En este punto intervino el decanato de la FCEN-UBA. En el marco de la política de la “Incubadora de Empresas Tecnológicas” de la FCEN, creada por el propio Barañao, los funcionarios de la facultad negociaron en forma “confidencial” el armado de una sociedad anónima llamada "Robots del Sur S.A" cuyo único activo conocido provenía del convenio de "cesión de uso exclusivo, de la tecnología y nombre: KONABOT" por parte de la FCEN (Expediente Nº 494337 CD FCEN UBA). JCP junto con estudiantes y docentes de la facultad participó de la campaña en defensa del desarrollo estratégico nacional. El repudió masivo y generalizado incluyó asambleas, movilizaciones y la toma simbólica de la facultad. En este marco Lino Barañao debió retirar su apoyo público al proyecto. Finalmente, Tobías Schmukler, principal accionista de la empresa con un perfil más asociado a los negocios accionarios que al desarrollo de la robótica, desistió de firmar el convenio para evitar el escándalo.

El caso de la llamada “producción nacional” de la vacuna contra la gripe A merece un párrafo aparte. Inicialmente, el ministro Barañao anunció la decisión política de desarrollar y producir una vacuna contra la gripe en laboratorios del CONICET asociados a farmacéuticas nacionales. Se llegó a publicar que el producto iba a estar disponible, a más tardar, para el otoño de 2010 (página12 18-07-2009). Pocos meses después CFK informó un cambio de planes. Con Barañao sentado en primera fila anunció el llamado a licitación para la compra de vacunas. En realidad el ganador se sabía de antemano: la sociedad formada por el empresario K, Hugo Sigman y el gigante farmacéutico Novartis de capitales suizos (página12 14-11-2009). Esta sociedad anunció su intención de producir la vacuna en Argentina, en aproximadamente cinco años. El Estado se comprometió a comprar toda la producción al precio fijado por Novartis. El negocio para los privados resultaba redondo. La producción pública de medicamentos, bien gracias. El anuncio fue calificado por el ministro de Salud Manzur como "momento fundacional en nuestra historia sanitaria". Paralelamente, el mismo funcionario, desactivó la producción de vacunas en laboratorios públicos como el Instituto Biológico de La Plata reemplazándolas con partidas importadas. (http://www.grupoges tionpoliticas. blogspot. com).

Como bien reflejan los pronunciamientos públicos del Grupo de Gestión en Políticas de CyT detrás de un discurso pretendidamente nacional y progresista, se privilegia el negocio privado por sobre el interés público, aún a costa de profundizar la dependencia de nuestro país. En este sentido, la inquietud planteada por JCP al propio ministro allá por febrero de 2008 sobre la participación e injerencia del Banco Mundial y el BID en el financiamiento y diseño de las políticas de CyT, se demostró plenamente justificada. Por el contrario, la temeraria respuesta del ministro justificando los supuestos beneficios del endeudamiento afirmando que ahora son los organismos multinacionales de crédito los que se adaptan a lo que decidan los funcionarios, ha quedado como una anécdota tragicómica.

Democratización del sistema científico

Tal vez uno de los ítems donde la verdadera esencia de la política oficial queda más evidenciada es el referido a la democratización de la ciencia Argentina. Prácticamente desde sus orígenes el sistema científico nacional tuvo un sesgo autoritario y feudal. Dentro del sistema un pequeño grupo de investigadores concentra todo el poder sin que los “becarios”, el personal de apoyo y la mayoría de los investigadores jóvenes tenga voz ni voto. Así los institutos suelen ser reinos y los laboratorios, feudos, donde las arbitrariedades y el manejo discrecional producen graves deformaciones. Si alguien tenía esperanzas en alguna reforma progresista por parte de los funcionarios K, ellos mismos se encargaron de disiparlas en forma explícita. Ante el reclamo de JCP por elecciones con voz y voto para todos los sectores, la respuesta del Dr. Ceccato, segundo de Barañao, fue contundente: "La única persona imprescindible en el sistema científico es el investigador" (sic). Confundido o confundiendo, el doctor Ceccato ignora que si un día los “becarios” de CyT dejaran de ir a trabajar, la producción científica del país se paralizaría inmediatamente. El Dr. Charraeu, presidente del CONICET hasta 2008 se explayó más sobre la propuesta de JCP: “También quieren tener representación en el Directorio. Nunca ha ocurrido y espero que no ocurra. Recuerdo que en una ocasión el ex ministro de Educación, Daniel Filmus, fue muy claro: la ciencia es aristocrática, porque cuando se nos juzga, se nos juzga por nuestros méritos, y sólo es democrática cuando transfiere a la sociedad lo que obtiene.” (La Nación 13-04-08) ¿Ignora este encumbrado investigador que el organismo por él presidido se diseñó teniendo como referencia al CNRS de Francia, dentro del cual tienen voz y voto todos sus miembros?

Un antecedente importante en la lucha de JCP contra la feudalización del sistema científico fue la denuncia pública y colectiva, con nombre y apellido de un caso testigo de abusos de autoridad y violencia laboral por parte de un investigador hacia sus dirigidos. Pese a las presiones y amenazas, más de 300 “becarios”, personal de apoyo e investigadores adhirieron a la carta-petitorio. La misma entre otros puntos reclamaba que “Se implementen mecanismos para defender a todos los docentes, “becarios” y personal de apoyo de CyT contra cualquier tipo de abuso de autoridad y/o violencia laboral (impedimento para ejercer docencia, manipulación de autorías de publicaciones, recarga con trabajo ajeno, amenazas verbales, condicionamientos injustos, retención de parte de sus ingresos, etc.) resguardando en particular a las mujeres que también sufren discriminación por género (represalias por embarazo, acoso sexual, postergaciones arbitrarias, etc).También se reclamó “la revisión del sistema científico nacional en todos sus niveles orientada a su democratización con voz y voto para todos los sectores involucrados.”

Perspectivas

Entre los desafíos de JCP se encuentra la necesidad de profundizar el carácter federativo y democrático de la organización. Basado en las asambleas por lugar de trabajo como forma de garantizar la discusión y la decisión democrática; y respetando el carácter autónomo de cada asamblea. Los delegados mandatados por cada asamblea deberán coordinar las iniciativas generales para avanzar en los reclamos y los debates necesarios. El crecimiento y la fortaleza de JCP dependen en gran medida de avanzar en este sentido.